miércoles, 4 de septiembre de 2013

INTRODUCCIÓN A UNA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA




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“... El valor de una filosofía no se mide a razón de cuánta verdad objetiva contenga, sino sólo a razón de su capacidad para servir como punto de referencia (aunque sólo sea polémico) para cada intento de conocerse a sí mismos y al mundo.
Tiene valor en tanto que suscita e inspira a los demás una indagación que lleve a cada uno a hallar su propio camino, del mismo modo que en ella lo encontró su autor...”                            N. ABBAGNANO


Este texto del historiador de la filosofía italiano nos puede ayudar a encontrar el modo de acercarnos correctamente a esta disciplina. La HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, como cualquier tipo de estudio histórico, corre el riesgo de ser tomada como una mera recopilación de teorías y anécdotas del pasado que pueden resultar más o menos entretenidas pero que son absolutamente inútiles para nosotros.
Si queremos que el estudio de la filosofía tenga algún sentido  y que las horas que a ella vamos a dedicar sean mínimamente fecundas hemos de olvidar este enfoque para extraer lo que es el centro de una actitud filosófica: la progresiva elaboración de una visión del mundo propia, de un código de valores propio que se pueda llevar a cabo en la propia vida.
Para conseguirlo - lo que no es tarea de un año, desde luego- contamos con la inestimable colaboración de todos aquellos que nos han precedido con un trabajo de reflexión rigurosa, desde la curiosidad radical que define toda actitud verdaderamente humana ante la vida y el mundo.
En un estudio de las ideas que arranca desde el S. VI a. c. nos vamos a encontrar con multitud de teorías que nos pueden parecer absurdas, ingenuas e incluso contradictorias. Vamos a observar cómo un autor contradice al anterior para ser a su vez contradicho por el siguiente. Todo ello conforma un conglomerado en el que veremos cómo se da una continuidad que es en ocasiones difícil de percibir a simple vista. Es una continuidad en la actitud de los filósofos y también de las preguntas que el mundo y la vida nos ponen delante.
No vamos a estudiar la verdad, sino los esfuerzos por lograr el conocimiento de la verdad que desarrollaron a lo largo de la historia una serie de personas destacadas, con todos sus aciertos y errores, pero siempre bajo la premisa de que es preciso luchar por acceder a ella. Siempre con la convicción de que  sólo con esfuerzo se puede uno aproximar al conocimiento, que se encuentra con demasiada frecuencia escondido bajo las apariencias, las costumbres o la cómoda pereza mental.
Saber de memoria lo que otros dijeron, sin una comprensión mínima de cómo llegaron a sus conclusiones y de por qué las alcanzaron es un ejercicio de pérdida de tiempo que resulta tan inútil como estúpido. No podemos conformarnos con lo que nos ha sido dado, sino que debemos esforzarnos por conseguir lo que sea nuestro.

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