sábado, 15 de enero de 2011

LA HISTORIA DE BIZANCIO TAMBIÉN EXISTE



Mistra. Capital del Despotado de Morea.

En el curso que seguimos en 2º de Bat. nos limitamos a unos pocos autores de la tradición filosófica de Europa Occidental. Las limitaciones brutales de horario hacen imposible que nos planteemos otra posibilidad. Acabamos de ver un panorama veloz de la filosofía cristiano-medieval en occidente, citando apenas de pasada a autores capitales como Agustín de Hipona o Tomás de Aquino.
Sin embargo, en Oriente –el oriente bizantino- se desarrolla durante siglos una vigorosa filosofía cristiana; de hecho, un desarrollo de la doctrina -vinculada al helenismo y escrita en griego- que es durante siglo mucho más sutil que la que tiene lugar en occidente. Las influencias sobre la filosofía occidental son patentes y se observan desde Agustín, que cita en diversas ocasiones a uno de los grandes de Bizancio, Gregorio Nacianzeno, hasta Tomás de Aquino, que utiliza la obra del bizantino Filopón para enfrentarse a los averroístas.
Toda la filosofía árabe crece y se desarrolla en contacto fructífero con el mundo bizantino y el occidente cristiano todavía recibirá un último regalo en el S.XV, cuando tras el asedio de Constantinopla por los turcos un grupo selecto de filósofos bizantinos cargados con obras antiguas traducidas y comentadas se refugia en Italia tras pasar por el despotado del Peloponeso y Mistra. Parece claro que difícilmente se podría entender el auge del humanismo en la península latina sin la obra del último grande del pensamiento bizantino, Gemisto Pletón, y sus discípulos Crisoloras y Besarión.
La decisiva trasformación del mundo eslavo es obra también de Bizancio. Su acción en ese mundo modifica, sin lugar a dudas, el devenir de la historia hasta nuestros días.