Atenas. Vista de la Acrópolis desde la ciudad.
Algunas claves sobre el
casi total exterminio de la Filosofía en la Ley Wert. Esto lo escribió Platón hace
milenios, forma parte del Libro VII de La República, pero sigue explicando muy bien las cosas que pasan hoy:
Sócrates-
La
falta en que se incurre en nuestros días y que tanto daño ha causado a
la filosofía procede, como ya hemos dicho, de la poca consideración en que se
tiene la dignidad de esta ciencia, porque no está hecha para espíritus
bastardos, sino para verdaderos y legítimos talentos.
Glaucón-¿Cómo
entiendes eso?
Sócrates-
Por lo pronto, los que quieran dedicarse a ella deben ser de tal suerte que
nada haya que decir de ellos en razón de amor al trabajo. No basta que en parte
sean laboriosos y en parte indolentes, que es lo que sucede cuando un joven,
lleno de ardor por la gimnasia, por la caza y por todos los ejercicios del
cuerpo, rechaza todo estudio y las conversaciones e indagaciones científicas,
esquivando esta clase de trabajos. Otro tanto digo de los que tienen un
carácter enteramente opuesto
Glaucón-
Nada más cierto.
Sócrates-
¿No deberemos colocar en el rango de las almas imperfectas, con relación
al estudio de la verdad, las que, detestando la mentira voluntaria y no
pudiendo sufrirla sin sentir repugnancia dentro de sí e indignación para los
demás, no tienen el mismo horror por la mentira involuntaria, ni se consideran rebajados a sus propios
ojos cuando se los convence de su ignorancia, y antes bien se revuelcan en ella
con la misma complacencia que un puerco en el fango?
Glaucón-
Sí, sin duda.
Sócrates-
No menos atención es preciso prestar para discernir los caracteres francos de
los caracteres bastardos en razón de la templanza, de la fuerza, de la grandeza
de alma y de las demás virtudes. Por no
saber distinguirlos, los particulares y los Estados someten sus intereses,
éstos a magistrados débiles e incapaces, y aquéllos a amigos de iguales
condiciones.
Glaucón-
Eso sucede con demasiada frecuencia
Sócrates- Tomemos, pues, todas las
precauciones para hacer una buena elección, porque si sólo dedicamos a los
estudios y ejercicios de esta importancia a personas a quienes nada falte ni
con relación al cuerpo ni con relación al espíritu, la misma justicia nada
tendrá que echarnos en cara, y nuestro Estado y nuestras leyes se mantendrán
firmes; pero si dedicamos a estos
trabajos personas indignas, sucederá todo lo contrario, y pondremos en
completo ridículo a la filosofía.