La tortuga milenaria solía decir: "No sé a qué vienen tantas prisas. En el lapso de tiempo de esta breve vida no podríamos llegar a donde queremos ni aunque pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, así que es preferible no apresurarse."
Al hilo de los textos de Nietzsche salió en clase este poema. Aquí lo tenéis. Pertenece al libro Soledades, publicado en 1.903. Una preciosa descripción de dos tipos de persona que abundan en el mundo. ¿Los reconoces? Por un lado, los de temperamento atrabiliario y solemnemente pedante. Por otro, quienes disfrutan con sencillez de la vida; de forma cordial, jovial, inocente. Unos y otros...
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra…
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.